Obliga a sus trabajadores a realizar mediciones de las constantes
vitales, tales como la reactividad pupilar o la orientación
espacio/temporal de los usuarios, llegando incluso a despedirlos si se
niegan a ello por falta de formación.
Asispa, empresa concesionaria del Servicio de
Teleasistencia Domiciliaria del Ayuntamiento de Madrid, fuerza a sus
trabajadores, sin formación sanitaria, a tomar las constantes vitales de
los usuarios y llevar a cabo valoraciones en función de los resultados
obtenidos en dicho examen. En esta recogida de datos se miden la reactividad
pupilar, la consciencia, la orientación espacio-temporal, el relleno
capilar, la tensión arterial, el pulso, la respiración y la temperatura
corporal, según ha podido saber este medio.
Asispa, registrada como ONG, es una de las tres
empresas concesionarias que prestan este servicio para el Ayuntamiento.
Resultó ganadora del concurso público para uno de los tres lotes en los
que Madrid dividió el servicio para el período 2017-2020, en concreto el
que agrupa los distritos Centro, Arganzuela, Chamartín, Tetuán,
Fuencarral-El Pardo, Carabanchel y Barajas, aunque lleva prestando el
servicio más de 10 años gracias a concesiones anteriores. Según datos
del Ayuntamiento, durante el año 2015 (con la antigua concesión), se
atendió en total a unos 150.000 usuarios en la capital. Asispa es ahora
responsable del servicio a un tercio de ellos.
La teleasitencia está calificada por el Ayuntamiento
como un "servicio social" destinado a ofrecer "compañía, seguridad y
tranquilidad al usuario y a sus familiares". Se presta a través de un
dispositivo conectado a la línea telefónica desde el que es
posible establecer una conexión automática con la empresa concesionaria
disponible 24 horas. "En los casos en los que el Centro de Atención de
Llamadas valore necesaria una atención presencial, el servicio
desplazará al domicilio a personal de apoyo, no sanitario, para atender la situación producida", especifica el propio Ayuntamiento.
Tradicionalmente la principal labor de estos
profesionales, que disponen de llaves del domicilio de los usuarios, ha
sido precisamente abrir la puerta a los servicios sanitarios ante
posibles emergencias. Una de las más habituales es la caída de los
usuarios, que son personas mayores y/o dependientes en su inmensa
mayoría.
No obstante, Público ha podido contrastar con
varios de los trabajadores asistenciales de Asispa que la empresa les
obliga a hacer esta toma de constantes vitales y a llevar a cabo una
valoración de los resultados obtenidos. En caso de que se nieguen a
hacer esta valoración alegando falta de formación para ello, la empresa
les abre expedientes disciplinarios, llegando incluso a despedirlos.
Sin formación
En conversación con este medio, la directora del departamento de
Teleasistencia de Asispa ha confirmado que la toma de constantes vitales
está en el protocolo de actuación de la empresa para los oficiales que
se desplazan al domicilio de usuarios. Sin embargo, ha negado que el
procedimiento de toma de constantes sea "complicado": "Nos parece que
utilizar un tensiómetro digital, el termómetro o ver la reactividad
pupilar, la reactividad capilar presionando en la piel de la mano… Son
cosas muy rudimentarias". Asegura que todo su personal "tiene formación
en primeros auxilios, como mínimo", y que por ello "son técnicas que
pueden manejar perfectamente".
La empresa aclara que el objetivo de la toma de
constantes es trasladar siempre los resultados a los servicios
sanitarios "de forma objetiva", pero todos los trabajadores contactados
por este medio niegan este punto. Argumentan que la decisión de
avisar a un médico queda en muchas ocasiones condicionada a la
valoración que los trabajadores hagan de dichos resultados.
"Los usuarios son gente muy vulnerable, son gente
mayor, y tienen miedo de molestar", explica uno de ellos, que prefiere
no dar su nombre. "Tienen miedo de que sea algo grave, les ingresen en
el hospital y molesten a la familia. La empresa pretende que vayas para
allá, hagas una toma de constantes, le tomes la tensión y calmes al
usuario. Que digas a una señora: Tranquila, si solo tiene usted 12-6. Pero es que a lo mejor 12-6 es poco para una persona hipertensa, o mucho si tiene la tensión baja. Depende, yo no lo sé.
Ni siquiera tenemos acceso al historial clínico actualizado. No lo
deberíamos hacer, pero son muchos años y al final caes. Avisas de que no
eres médico pero, ¿vas a dejar a la persona nerviosa? Al final das valoraciones falsas. Muchas", revela el trabajador de Asispa.
Otro empleado de la empresa hace referencia a los
problemas que puede generar esta toma de constantes por personal no
cualificado. "Yo una vez tomé la tensión a una anciana, me dio unos
valores muy altos y llamé al médico y se lo dije. Me dijo que le diera
una pastilla de enalapril [utilizado en el tratamiento de la
hipertensión] mientras el médico llegaba al domicilio. Cuando llegó
resulta que me había equivocado en la medición, o el tensiómetro lo
había dado mal, y la usuaria tenía la tensión demasiado baja. Me echó
una bronca el médico que no veas. Nosotros nos la jugamos", confiesa.
Según los expertos consultados por este medio, el
problema no es la toma de constantes en sí, sino la valoración posterior
que la medición entraña. "Yo por un lado veo el beneficio para el
paciente al ir alguien a su domicilio y tomarle esas constantes, pero
luego tiene que haber un respaldo sanitario, esa información la
tiene que valorar adecuadamente personal sanitario", opina el doctor
Andrés Santiago, jefe de servicio de Medicina Legal Hospitalaria del
Hospital Clínico San Carlos (Madrid). "La valoración no se puede dejar
en manos de alguien que no está formado, porque es peligroso", asevera.
Sobre las mediciones más complicadas, como la
reactividad pupilar o calcular si la orientación espacio/temporal de una
persona mayor y/o dependiente entra dentro de los baremos normales, el
doctor apunta que la clave es la formación que reciba el trabajador:
"Todo el mundo se puede entrenar para todo". Eso sí, indica que éstos
"no deberían de dejarse someter a determinados tipos de presiones".
Todos los oficiales de Asispa consultados por este medio niegan haber recibido formación alguna sobre los instrumentos específicos que deben usar en la toma de constantes vitales.
"Hay ciertas mediciones, como la evaluación de las
pupilas, que no es fácil hacerlas aunque el método sea muy sencillo",
expone en este caso un delegado sindical del Samur, que acompaña
habitualmente a estos trabajadores cuando la emergencia sanitaria del
usuario está clara y debe efectuarse una apertura del domicilio. "Hay
que saber las complicaciones de cada técnica, como con el pulso: no es
igual un pulso constante que un pulso que suena arrítmico. Si no tienen
una formación sanitaria no están cualificados", reafirma.
El precio de la dependencia low cost
Uno de los trabajadores de Asispa que han alertado de su situación a Público
ha elevado una instancia ante el Ayuntamiento de Madrid denunciando la
situación. El equipo de Manuela Carmena adjudicó en abril el contrato de
los tres lotes en los que dividió el servicio de teleasistencia del
Ayuntamiento por unos 61 millones de euros, cuando lo había licitado por
88 en noviembre de 2016.
La competición por lograr uno de los lotes (cada empresa solo podía
ofertar por uno de ellos) ha terminado beneficiando a las empresas que
priman la explotación con menos recursos por encima de la calidad del
servicio. "Ha habido un montón de recortes, hace cuatro o cinco años
éramos el doble de personas para atender a los mismos usuarios", asegura
en este sentido otro profesional de Asispa.
"A la empresa le da igual cómo tratemos a los usuarios, solo le importa que apretemos el botón,
que es lo que queda registrado, para luego pasarle al Ayuntamiento esos
tiempos", continúa. En este servicio, los usuarios disponen de un
dispositivo con un botón que deben apretar en caso de alarma: en ese
momento empieza a contabilizarse el tiempo que los trabajadores de la
empresa concesionaria tardan en llegar al domicilio e intervenir. Para
detener el crono, estos deben volver a pulsar el mismo botón que apretó
el usuario en un primer momento. El tiempo de reacción es
analizado posteriormente por el consistorio.
"Imagínate que hay que levantar a una persona porque
se ha caído, y que según la tabla de pesos, tenemos que ir dos
oficiales, o tres —relata el mismo trabajador—. Lo que hacen es mandarte
a ti solo en moto para ir apretando el botón, y a lo mejor el usuario
está en el suelo dos horas, pero tú aprietas el botón y dejas registrado
que has estado en el domicilio antes de media hora, aunque no puedas
levantarle tú solo y no estés dando un auxilio real".