Ayer 31 de enero, se inauguró oficialmente nuestro nuevo centro (aunque nos trasladamos el pasado día 10). Las autoridades del Ayuntamiento, con Aniorte a la cabeza, visitaron el centro (lógico al ser un centro municipal). Los gerifaltes de Grupo 5 también se presentaron, mostrando su falta de educación (cuando se va a casa ajena, al menos se saluda y uno se presenta).
Hasta aquí la versión oficial. Lo que nos interesa es la intrahistoria de todo esto. Las obras empezaron en abril, pero nuestro nuevo centro comenzó a gestarse mucho antes.
Harta de explotación, carencia de medios de todo tipo y unas instalaciones inhabitables, la plantilla dijo basta, sin duda animada por la llegada del ayuntamiento del cambio. Nos organizamos asambleariamente y nos planteamos objetivos muy concretos: dignificar la atención a las personas usuarias, reforma de las instalaciones, aplicación del Convenio de Acción e Intervención Social, el reconocimiento de la categoría profesional de los auxiliares de servicios sociales como integradores sociales, que la prevención de riesgos laborales se tomara en serio, pliegos dignos, y, en última instancia, la remunicipalización del servicio.
Desgraciadamente, nos encontramos con la oposición del Ayuntamiento (¡qué gran decepción!) y Asispa respondió con despidos. Respondimos con firmeza, unidad y movilización. Nacía La Rosa en Lucha. Logramos revertir parcialmente los despidos y forjamos valiosas alianzas que nos han llevado hasta aquí (compas de otros centros y servicios, la Plataforma por la Remunicipalización, etc). También nos planteamos un nuevo objetivo: echar a Asispa de La Rosa.
Y la que más valoramos, el apoyo de las personas sin hogar (usuarias de la red, Asociación Chupano, etc). Entendimos que nuestras reivindicaciones en realidad eran las mismas, así que nos movilizamos conjuntamente. De esta unión surgió la consigna más popular en nuestras movilizaciones, ¡queremos camas, no butacas!
Tras las huelgas, las manifestaciones y mucha lucha en el día a día, en Inspección de Trabajo y también en los juzgados, el balance es muy positivo. Se nos aplica correctamente el convenio, el actual pliego incluye cláusulas sociales garantistas con la plantilla y un aumento considerable de presupuesto, hemos echado a Asispa y avanzado notablemente en prl, se han creado unos 30 nuevos puestos de trabajo en La Rosa para atender al mismo número de personas y se han dignificado las condiciones de vida de las personas usuarias del centro. Hemos conseguido garantizar una alimentación decente, unas instalaciones dignas con el nuevo centro...¡y las camas!
La conclusión es clara. Nunca nos han regalado nada, pero luchando se puede ganar. Tenemos muchos motivos para estar orgullosas. ¡Forzamos al Ayuntamiento a construirnos un centro nuevo!
Pero queda mucho por hacer. Empezando por el reconocimiento de la categoría al colectivo de auxiliares de servicios sociales como integradores sociales, la principal asignatura pendiente. Tampoco vamos a olvidarnos de la necesidad de recuperar los servicios públicos a la gestión directa.
Además tenemos un nuevo reto colectivo, la lucha por el II Convenio de Acción e Intervención Social. La patronal se ha levantado de la mesa. ¡Nos tendrá en las calles!