Casi un mes después de detectarse el primer caso, el brote de sarna sigue sin estar erradicado. Dos usuarios y una trabajadora más han resultado contagiados. Y es normal; lo extraño sería que actuando tarde, mal y por la fuerza el problema se hubiera resuelto.
Tarde porque como siempre, Asispa comenzó restando importancia al problema y negando que fuera necesario tomar medidas, incluso negándose a facilitar el tratamiento profiláctico a personas usuarias y personal (de haberse hecho en las primeras horas, como se solicitó a la empresa, probablemente se hubiera terminado el problema hace tiempo). Para que reaccionara la empresa, fue necesario que empezaran los contagios entre la plantilla, que la prensa se hiciera eco del caso y dos denuncias en Inspección de Trabajo.
Mal, porque todo se termina haciendo atropelladamente y sin ningún tipo de planificación coherente (el Servicio de Prevención va cambiando continuamente las pautas, incluso de manera contradictoria).
Y por la fuerza, porque así lo exigen los requerimientos realizados por Inspección de Trabajo, tras constatar toda una serie de deficiencias. Ni teníamos taquillas dobles (como solicitamos desde hace años), ni se encargaba la empresa del lavado industrial de los uniformes del personal (preceptivo en cualquier centro de trabajo donde existan riesgos biológicos). Ni siquiera están evaluados los riesgos biológicos específicos de La Rosa. Y es que cuando denunciamos que la Prevención de Riesgos Laborales es un mero paripé, nos referimos a esto.
En el colmo del disparate, la última compañera contagiada por sarna se ha visto obligada a seguir acudiendo a su puesto de trabajo (por lo que una persona infectada ha estado prestando atención directa a las personas que hacen uso de nuestro centro). Y es que por insólito que parezca, Asispa parece haber decidido incumplir el mandato dado por Inspección de Trabajo.
Incapaces de organizar el servicio de lavandería
Como es lógico, la ropa de las personas usuarias y nuestros uniformes se empezaron a trasladar a los servicios de lavandería centrales de la empresa. Pero ni esto lo están haciendo correctamente. La ropa no se traslada con la celeridad necesaria, por lo que se acumula en bolsas de basura (y no en bolsas herméticas, como debe ser) en mitad del pasillo por el que pasamos continuamente, como se muestra en la imagen.
Y tampoco está volviendo en un plazo razonable, lo que está provocando inconvenientes a usuarias y trabajadores. Se están produciendo problemas con los uniformes, que vuelven mezclados con la ropa de usuarios, e incluso están siendo devueltos mojados. No podemos seguir así.
El nivel de incapacidad para gestionar un simple brote de sarna que está mostrando Asispa (¡con la cantidad de recursos sociales y sociosanitarios que gestiona!) nos llena de honda preocupación. Lo mismo podemos decir de los responsables municipales de la red de atención a personas sin hogar, pero del Ayuntamiento ya hablaremos.