martes, 24 de marzo de 2020

Faltan epis, pero no por el coronavirus

En tiempos de aparente normalidad, todo tiene apariencia de funcionar razonablemente bien (apariencia, que no realidad). Pero en las situaciones extraordinarias se le abren las costuras al sistema. Efectivamente, las crisis ponen a cada cual en su lugar. 

Los hospitales están saturados, y el personal sanitario está desbordado, a pesar de su enorme profesionalidad y calidad humana. Porque faltan medios, humanos y materiales. No podía ser de otra manera, tras años de recortes y privatización. La imagen es de otro año, hospitales colapsados por la gripe. ¿Es que ya no nos acordamos?


Esta pandemia está poniendo blanco sobre negro quién hace posible que el mundo funcione. La sociedad colapsaría sin el esfuerzo de las trabajadoras y los trabajadores. Especialmente los de los llamados servicios esenciales, que curiosamente son los sectores  laborales más precarizados. Entre ellos estamos quienes nos dedicamos a servicios sociales y sociosanitarios. Ahora vemos la tragedia de la privatización de los servicios públicos, y lo que implica que se organicen buscando el beneficio patronal y no la satisfacción de necesidades sociales.

Una cosa es cierta, ahora mismo hay muchas dificultades para adquirir epis en el mercado. Pero es que la prevención no consiste en salir corriendo a buscar epis cuando ya existe el riesgo. Se trata de tener previstos los posibles riesgos y estar preparados para afrontarlos antes de que surjan. 

Por ejemplo, en atención a personas sin hogar no tenemos mascarillas fpp2 (las necesarias para atender a personas en aislamiento). No teníamos coronavirus pero sí casos de tuberculosis, por lo que llevamos años pidiéndolas. Si las empresas que gestionan los centros hubieran cumplido la Ley de Prevención de Riesgos Laborales los centros contarían con un stock de mascarillas fpp2, pero en realidad en muchos casos ¡no había ni mascarillas quirúrgicas! Lo mismo ocurre con el resto de epis (guantes de nitrilo, batas impermeables, protección ocular)

La misma situación se produce en las residencias de mayores o con el Servicio de Ayuda a Domicilio; ¿cómo es posible que lleven años denunciando la falta de guantes y mascarillas adecuadas? Atienden a personas vulnerables ante la gripe, enfermedad que el año pasado mató a 15000 personas. Esta falta de materiales también se denuncia desde la atención a la diversidad funcional.

La conclusión es clara. Faltan epis, pero no por culpa del coronavirus, sino por la irresponsabilidad criminal de unas patronales centradas en su propio lucro, para quienes plantillas y personas usuarias somos sólo una molestia entre el dinero público y sus cuentas corrientes. La negligencia al enfrentar esta crisis es una razón más para que los servicios esenciales dejen de estar en manos privadas.

jueves, 5 de marzo de 2020

Intervención Social: sector feminizado, sector precarizado

El 8 de marzo es una jornada de lucha. En las últimas décadas se han producido importantes avances en materia de igualdad entre hombres y mujeres. Logros sociales fruto de la lucha feminista. Sin embargo, queda mucho por hacer y en el sector de intervención social lo sabemos bien.
En materia laboral, los índices de desigualdad siguen siendo muy elevados. Tras varios años de reducción, la brecha salarial se consolida e incrementa. El salario medio anual de las mujeres en 2017 fue de 24.030 euros y el de los hombres 29.911 euros: las mujeres ganan un 20% menos. En sectores netamente feminizados la situación empeora: en el sector de la Intervención Social, el sueldo de las tituladas universitarias es de 20.956 euros (2018). La precariedad afecta más a las mujeres (el 61,5% de los contratos indefinidos a tiempo parcial son para hombres), así como el desempleo (10 puntos de diferencia a partir de los 25 años, edad a las que empiezan las responsabilidades familiares). Un dato muestra la apabullante falta de corresponsabilidad entre mujeres y hombres en los cuidados: las mujeres solicitaron, en 2018, el 90% de las excedencias para el cuidado de hijos e hijas y el 85% de las excedencias para el cuidado de familiares.
Las patronales de la Intervención Social, un escollo en la lucha por la igualdad.
El bienestar y la cohesión social serían imposibles sin los trabajos de cuidados (remunerados o no), que de forma abrumadoramente mayoritaria recaen en las mujeres. Precisamente por ello, son trabajos invisibilizados y, en el marco laboral, además precarizados. La alianza entre capital y patriarcado favorece a las empresas, que logran multimillonarios beneficios a costa de nuestras vidas. Las empresas del sector, se disfracen de ong o no, hacen negocio gracias a la privatización de los servicios públicos, detrayendo recursos a los servicios prestados y precarizando el empleo feminizado.
Intervención social es un sector feminizado porque somos mujeres en su inmensa mayoría quienes lo trabajamos. Somos un sector precarizado  (salarios por debajo de la media y mayores tasas de parcialidad y temporalidad). Así es imposible hablar de igualdad.
Las “entidades de lo social” mientras alardean de su apuesta por la igualdad y hacen bonitos actos por el 8 de marzo torpedean las condiciones laborales de sus trabajadoras.   Las patronales de intervención social han roto la negociación colectiva del nuevo convenio con su decisión de levantarse de la mesa.
Es inadmisible que estas entidades que gestionan, por ejemplo, los recursos contra la violencia de género, pretendan mantener a sus trabajadoras en la más absoluta precariedad. Desde CCOO exigimos a las patronales que retomen la negociación,  asuman de una vez que la situación laboral del sector es inasumible 
Nuestra precariedad, una decisión política
Que los Servicios Sociales estén en gran parte privatizados responde a una decisión política, que prima el beneficio empresarial sobre la calidad de los servicios prestados y renuncia a un empleo de calidad en un sector fundamental para el desarrollo social.
La única manera de garantizar tanto un servicio de calidad a la ciudadanía como empleo estable y de calidad pasa por la gestión directa de los diferentes recursos y servicios que prestamos.
El nuevo gobierno progresista de coalición entre PSOE y Unidas Podemos ha generado grandes expectativas de cambio social, también en el mundo del trabajo. A pesar de que la mayoría de nuestros servicios dependen de ayuntamientos y comunidades autónomas, el gobierno central tiene mucho que decir. Necesitamos medidas concretas y el apoyo a las trabajadoras y trabajadores de la intervención social. Pueden empezar derogando, además de la reforma laboral, la ley Montoro que también dificultó los procesos de remunicipalización.


miércoles, 4 de marzo de 2020

El patriarcado nos hace miedosas, dependientes e inseguras

Psicóloga clínica y especialista en psicoterapia, Pilar Pascual Pastor lleva más de 30 años en la atención directa a mujeres. Fue directora del Centro Asesor de la Mujer de Alcalá de Henares, donde también puso en marcha el Centro de Emergencia para mujeres y menores víctimas de violencia de género. Actualmente es coordinadora terapéutica del Espacio de Salud Entre Nosotras de la Asociación de Mujeres para la Salud (AMS) y profesora del curso de postgrado “Los malestares de género y salud de las mujeres” en la Escuela ESEN, de la que es codirectora. Entre sus publicaciones destaca el manual “La salud mental de las mujeres: la psicoterapia de equidad feminista”. Su dilatada experiencia y sus investigaciones la convierten en una autoridad en los malestares de género. En esta entrevista nos explica cómo el patriarcado enferma a las mujeres.

Pregunta. – Pilar, llevas más tres décadas en la atención terapéutica de las mujeres. Explícanos por qué nos enferma el patriarcado
Respuesta.- En primer lugar, por la educación. A las mujeres se nos sigue educando en el ser para los demás, en estar para todo, se nos educa en la sumisión, en vez de en la defensa de nuestros derechos. A las niñas se les dificulta el aprendizaje de habilidades básicas para la vida como tener seguridad personal, tomar decisiones, ser independientes y autónomas y ser asertivas. Naturalizamos las relaciones de dominación y subordinación a los hombres. Todas estas carencias y, además, tener que cumplir con los mandatos de género (todo lo que se espera de una mujer) nos enferma y son la causa de muchos de los malestares que sufrimos casi todas las mujeres en algún momento de nuestra vida.

P- También atendéis a mujeres víctimas de violencia machista en la Asociación de Mujeres para la Salud
R.- Sí, pero no hace falta ser víctima de violencia directa física o psicológica para sentirnos mal. Vivimos en una sociedad que es violenta de forma estructural, que naturalizamos y que nos parece lo normal. Desde niñas aprendemos que vivimos en una sociedad en la que se nos mata por ser mujeres y se nos agrede sexualmente de todas las formas posibles, una violencia que se tolera y se permite y cuya erradicación los gobiernos no se toman en serio. Nos enseñan que el espacio público es peligroso para nosotras. Todas esas vivencias tienen un efecto en la psicología de una mujer: miedo, dependencia e inseguridad en una misma.

P.- Lo tremendo es que todavía se nos responsabiliza a las mujeres de las agresiones que sufrimos y se justifica al agresor
R.- Lo de “no te pongas minifalda” o “si llegas tarde tiene que acompañarte alguien” lo escuchamos todos los días, de manera que si nos violan la culpa en nuestra porque no nos hemos comportado como deberíamos. Se culpabiliza a la víctima, algo que solo ocurre en los casos de la violencia de genero. Nos socializan para que seamos temerosas, dependientes y nos sintamos culpables de lo que nos sucede, lo que va en contra de nuestra salud mental. En vez de educar a los varones desde jóvenes a que no se puede agredir a las mujeres, que hay que respetarlas. No hay más que comparar en el diccionario la definición tradicional de hombre público (“que tiene presencia e influjo en la vida social”) y de mujer pública (“prostituta”, “pobre mujer”).

P.- ¿Somos conscientes de que cumplir con lo que el patriarcado espera de nosotras nos causa muchos problemas de salud?
R.- En absoluto. Cuando las mujeres llegan a nuestro espacio de salud no saben explicar muy bien lo que les pasa. Pensamos que debemos cumplir lo que se espera de nosotras y no lo cuestionamos. El mito del amor romántico es muy dañino. Nos inculcan que no podemos vivir sin un hombre y que una mujer que no se enamora y no es madre es rara, que es menos mujer. Todo eso es falso, pero desde la televisión, el cine, las revistas… continúan haciéndonos creer que el amor romántico es verdad.

P.- Como psicóloga clínica definís cuatro tipos de depresión de género, en función de cada momento vital
R.- La primera depresión que sufrimos ocurre cuando somos ‘jóvenas’, como las llamamos cariñosamente. Nos sucede cuando llega ese momento, entre los 18 y los 30 años, en el que tenemos que dejar la casa familiar y salir al exterior. ¿Qué nos pasa? Un porcentaje grande lo resume con una frase: “soy una inseguridad con patas”. Nos cuesta tomar decisiones, desde qué me pongo de ropa hasta si me voy o no de erasmus. En este tramo de edad hemos podido tener una o varias parejas y cuando nos emparejamos es bastante habitual que dejemos a un lado nuestras aficiones personales y a nuestras amigas o incluso hayamos tenido relaciones de “mal” trato. También nos preocupamos mucho por nuestro cuerpo, otra de las áreas en la que nos machaca el patriarcado y que cada vez empieza antes.

P.- Te refieres a la hipersexualización de las niñas
R.- Sí, a la presión que se ejerce sobre el cuerpo de las mujeres, que cada vez es mas temprana y que supone un claro factor de riesgo para la salud. En los colegios podemos ver a niñas de 4 años hablando sobre su cuerpo. Los niños no lo hacen. Las niñas son presentadas en los medios de comunicación como miniadultas, sexualmente excitantes, con preocupaciones y conversaciones sobre estética y belleza. Es un tipo de violencia que está muy normalizada y pasa desapercibida. Los trastornos de la alimentación, cada vez más frecuentes, se deben a esta gran presión que se ejerce sobre las niñas, las “jovenas” y las mujeres de cualquier edad.


P.- ¿Y la depresión de la mujer mediana?
R.- Afecta a la mujer de entre 30 y 50 años que está casada o en pareja y tiene hijos menores que viven en casa. Lo tiene todo, pero confiesa que no se encuentra bien y se pasa el día llorando. Aquí aparece el mandato de la maternidad, que es muy potente y un mecanismo de control del patriarcado que provoca que nos sintamos culpables todo el rato. La maternidad en esta etapa es muy complicada, sobre todo cuando quieres compatibilizarlo con un trabajo que te gusta y en el que quieres promocionarte. Nuestro proyecto personal y profesional se ve siempre tocado. Y pensar todo el rato que no podemos fallar a nadie provoca fatiga mental. Desde que no falte leche en la nevera hasta la organización de las citas médicas. Aunque tengamos una pareja que colabore, la responsabilidad recae sobre nosotras. En la mayoría de los casos, la verdadera corresponsabilidad ni existe ni se la espera,

P.- Una vez criada la prole tampoco estamos a salvo de los malestares
R.- Entonces hablamos de la tercera depresión, que afecta a la mujer mayor. Los hijos e hijas, ya mayores, muchas veces aún siguen en casa, o se han separado y han vuelto, o tienen que cuidar a sus nietos y nietas, e incluso de los abuelos y suegros. Es una mujer que no deja de cuidar, la eterna cuidadora. A esa edad han logrado un poco espacio personal y se encuentran de nuevo con la obligación de cuidar. Quieren decir que no, pero no se atreven. También suele aparecer la falta de conexión con la pareja.

P.- ¿Y qué pasa con las mujeres que llegan a los cuarenta, se han volcado en su profesión y no tienen hijos ni pareja?
R.- Tampoco se libran. Se deprimen porque de repente se dan cuenta que no han hecho lo más importante en la vida de una mujer: ser madres, el mandato patriarcal que más nos pesa. La idealización que existe sobre la maternidad es impresionante. Nadie nos informa de los aspectos difíciles y negativos de la maternidad, ni oímos que la “no maternidad” también puede ser una opción muy saludable. En la UE ya son el 20% las mujeres que deciden libremente no serlo. Cuando preguntamos a las jóvenes si quieren ser madres todas dicen que sí, que lo serán, cuando lo saludable sería decir no sé, quizá no pueda serlo (el 3% mujeres no pueden ser madres). En estas mujeres que se acercan a los 40, que quieren ser madres a toda costa, aumenta el riesgo de emparejarse con un hombre tóxico y violento.

P.- Además de la depresión existe el síndrome de género, que afecta a las mujeres que además de los malestares han sufrido violencia machista directa
R.- Así es. Nuestro equipo trabaja tres formas de violencia: haber sufrido abusos sexuales en la infancia por un hombre; violencia en la pareja, y cuando hay una separación y la mujer no consigue superarlo o sigue enganchada a un hombre maltratador a través de los hijos o el dinero. También las nuevas formas de violencia como la custodia compartida “obligatoria” y el falso síndrome de alienación parental está provocando mucho sufrimiento en las mujeres en proceso de separación.

P. En las últimas tres décadas las mujeres hemos alcanzado muchos espacios de libertad. ¿Has percibido cambios en las mujeres que acuden a terapia?
R.- Desde el momento que las mujeres accedimos a la educación el cambio fue exponencial. En una sola generación el salto fue enorme. Mi madre se quedaba con la boca abierta con todas las libertades que habíamos conseguimos. Pero la cultura patriarcal, que en España está unida a la tradición católica y religiosa, y al sistema capitalista, sigue intacta. La presión que pesa sobre las mujeres por la maternidad, la sexualidad, el ser para los demás y el cuidar gratuitamente ha cambiado muy poco. Nos imponen un modelo de pareja completamente estereotipado, las familias siguen siendo patriarcales y la educación sexista. Cosifican nuestros cuerpos, ahora con la maternidad subrogada y los vientres de alquiler. Cada vez que se intenta hablar de afectividad y sexualidad o igualdad en los colegios lo tiran abajo. Las mujeres no podemos dejar de denunciar fuerte y alto todas estas desigualdades y violencias que nos afectan directamente a la salud y a nuestro bienestar.





lunes, 2 de marzo de 2020

Privatización y recortes arrojan a menores tuteladas a las redes de la trata y la prostitución


La violación grupal contra la víctima de la Manada de Palma en Nochebuena, una niña de 13 años tutelada por el Consejo Insular de Mallorca que además vivía en un centro concertado para menores, vuelve a destapar la cruda realidad de la explotación sexual entre menores tuteladas por el Estado.

El Instituto Mallorquín de Asuntos Sociales ha admitido hasta 16 casos de abuso sexual de menores (15 niñas y un niño) que se encuentran bajo su tutela en diferentes centros de acogida. Los educadores de los centros de protección de Baleares denuncian que la explotación sexual en los centros de menores en la isla está muy extendida, llegando a ser “prácticamente total entre las jóvenes de algunos centros”. ¿Cómo es posible que centros públicos que deberían cuidar y proteger a niños y niñas en situaciones de vulnerabilidad extrema se conviertan, en la práctica, en la puerta de entrada de cientos de jóvenes a la prostitución?

Lamentablemente no es la primera vez que casos de este tipo salen a la luz. En 2017, muy lejos de Mallorca, en Álava, se abría una investigación ante las pruebas de que siete menores tutelados por la Diputación alavesa habían mantenido relaciones a cambio de dinero. Parece ser que esta situación alarmante se extiende por todo el Estado de forma oculta.  En 2017, un informe de Unicef, con entrevistas a más de 300 responsables, educadores y menores alertaba de que había casos de explotación sexual en centros de siete de las nueve comunidades autónomas que estudió.  El informe no aclaraba cuáles pero sí advertía que “en algunos casos podría haber indicios de que son captados por redes de trata de seres humanos, que además les utilizan para conseguir contactar con otros menores del centro”.

Hacer negocio golpeando a los más vulnerables

Las y los jóvenes acogidos por la administración se enfrentan generalmente a una realidad socio- económica muy difícil: familias desahuciadas, pobreza y exclusión social. Y en algunas ocasiones, haber enfrentado una desatención grave o violencia sexual en sus hogares...por no hablar de la violencia física, el alcoholismo y demás lacras sociales presentes en nuestros barrios.

Además, también los menores extranjeros no acompañados son acogidos por centros de primera acogida, donde no cuentan con medios suficientes. En 2018 personal de la Junta de Andalucía denunció el hacinamiento de los menores inmigrantes en estos centros. Describían una situación caótica donde se triplicaban los ratios de niños a acoger, con camas en pasillos y comedores, sin poder cubrir dignamente sus necesidades más básicas como la comida o el aseo, con una ausencia incluso de intérpretes para atender debidamente a los menores que no hablan castellano. Por supuesto los recursos necesarios para dar la atención psicológica que necesitan estos jóvenes, que sufren de traumas profundos por las situaciones que han tenido que afrontar, y que son centrales para su superación, brillan por su ausencia.

A esta situación de falta de recursos, que se ha visto agudizada en los últimos años fruto de los recortes a los servicios públicos, se suma al aumento de la pobreza generalizada y el incremento que esto implica en el número de menores que terminan en estos centros. En 2014 acogían a 13.563 mientras que ahora acogen a  21.283 menores. El número de extranjeros también se ha disparado de 2.974 en 2016 a 10.359 en 2018. De estos, 9.506 son menores no acompañados.

En medio de esta situación se da también el proceso de privatización de los mismos. Según los últimos datos del Observatorio de la Infancia, en 2018 había a nivel estatal 1.104 centros de menores, de los cuales tan sólo 216 eran públicos y el resto concertados. La situación de los profesionales que trabajan en estos centros destaca por la precariedad y la temporalidad. Todo esto conecta inevitablemente con los intereses de las empresas, fundaciones privadas etc. que reciben los conciertos de estos centros, cuyo objetivo no es dar a estos jóvenes la oportunidad de salir de entornos desfavorecidos y peligrosos, sino de sacar el máximo partido económico a esas concesiones, aunque esto sea sinónimo de condenarles a una existencia de exclusión social y sufrimiento desde su más tierna infancia.

Es en esta situación de máxima precariedad y abandono por parte de la administración en la que se dan las condiciones para que las redes de trata puedan captar a sus víctimas, más indefensas que la media de los jóvenes de sus mismas edades por las situaciones extremas que atraviesan.

Un negocio heredado del franquismo

No sólo el funcionamiento de los centros está en cuestión. Las retiradas abusivas de tutelas son un verdadero escándalo. A pesar de lo que indican las leyes y las directrices europeas, la mayoría de las retiradas de tutela de menores derivan exclusivamente de situaciones de precariedad económica.  Se acumulan las sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos condenando al estado español por la arbitrariedad en la retirada de tutelas y la indefensión de las familias. Y es que en una anomalía más con respecto a nuestro entorno, no es un juez quien ordena una retirada de tutela sino un funcionario autonómico quien decide asumir la tutela a través de una simple orden administrativa.

De esta manera se engorda el fabuloso negocio de los centros de menores, recibiendo las empresas entre 3.000 y 7.000 euros al mes por “plaza ocupada”. La cifra de menores institucionalizados en el Estado español es disparatada en comparación con el resto de países occidentales. En definitiva, niños y niñas retirados de sus familias para ser entregados a un sistema de protección de menores que los desprotege flagrantemente. De ahí la necesidad de acabar ya con la privatización directa o indirecta de este sector impidiendo que se continúen haciendo negocios.

Esto es así porque el actual sistema de protección de menores es heredero directo del sistema tutelar franquista, caracterizado por los abusos y la violencia más feroz. Incluso muchas de las órdenes religiosas encargadas de los hospicios y del Patronato de la Mujer siguen gestionando actualmente centros de menores y reformatorios.

Contra la explotación sexual de menores y la prostitución. ¡Por una red pública de servicios de acogida digna!

Ante el destape de este escándalo, Vox, Cs y el PP recurrían a su habitual demagogia, poniendo el grito en el cielo tanto en el Parlament Balear – gobernado por el PSOE, Unidas Podemos y Més per Mallorca - como en el Congreso de los Diputados de Madrid. Precisamente ellos, los mayores defensores  y ejecutores de la privatización de todo lo público lamentan hoy este drama como si nada tuviera que ver con el abandono al que sus políticas han abocado a estos jóvenes extremadamente vulnerables. Por si esto no fuera suficiente, basta ver algunas de las últimas apariciones y declaraciones públicas de sus máximos dirigentes estatales respecto de los jóvenes que se encuentran en estos centros, en las que azuzaban el racismo y ponían una diana sobre ellos. Rocío Monasterio visitaba el pasado noviembre el centro de menores no acompañados de Sevilla, afirmando barbaridades como que estos menores impiden que "las mujeres puedan andar solas por las calles". Unas semanas después, en diciembre el centro de primera acogida de menores extranjeros no acompañados de Hortaleza, en Madrid, sufría de ataques racistas con la aparición de una granada en el patio del centro.

Si bien es cierto que estos defensores de los vientres de alquiler, estos alimentadores del racismo y de las políticas que castigan a los sectores más humildes  -como los jóvenes que viven en estos centros – no tienen la más mínima preocupación por la situación en la que se encuentran los menores tutelados, hay que decir que la respuesta a esta situación por parte del Gobierno Balear y de Pablo Iglesias ha sido lamentable: con los votos de PSOE, Unidas Podemos y Més per Mallorca se impedía la puesta en marcha de una Comisión de Investigación en el Parlament Balear y se lavaban las manos en el asunto, dejando todo en manos de la fiscalía y eludiendo su responsabilidad al frente del Gobierno balear.  La única medida que se ponía en marcha era el anuncio del Institut Mallorquí d'Afers Socials (IMAS) de un curso de formación para prevenir la explotación sexual de menores, que consiste en disuadir a las menores para que no caigan en “esas prácticas”, responsabilizando una vez más a las víctimas.

Esta situación jamás se resolverá con consejos “disuasorios”, ni con palabras indignadas en el parlamento como las que Iglesias dedicaba a la bancada de la reacción.  ¡Lo que necesitamos son medidas prácticas que garanticen en primer lugar una atención de calidad, con recursos humanos y materiales que puedan atender las necesidades de estos jóvenes! Eso significa en primer lugar, acabar con los negocios a través de los conciertos y privatización de estos centros que deben ser 100% públicos, y estar alejados de las garras de quienes quieren hacer un negocio de ellos. Significa una investigación seria y que se depuren responsabilidades, que se castigue de forma ejemplar a sus responsables, significa defender la abolición de la prostitución y todas las formas de trata y explotación que sufren las personas más humildes. Significa sobre todo confrontar con los grandes poderes económicos que, de forma legal o ilegal, se hacen de oro a costa de la de necesidad de los más indefensos. Significa revertir todos los recortes que alimentan la pobreza en la que crecen estos jóvenes, y que les expone a ser víctimas de las redes de la prostitución, de la droga, de las casas de apuestas y de otros negocios millonarios.

Gracias a las luchas de la generación de nuestros padres y abuelos conseguimos derechos muy importantes y básicos como la sanidad y la educación públicas, o los Servicios Sociales. Sin embargo, cualquier derecho conquistado bajo el sistema capitalista corre el riesgo de sernos arrebatado de nuevo. La defensa de esos derechos y conquistas es lo que defienden los millones de personas que han colocado al actual gobierno al frente del Ejecutivo y no lo han hecho para que todo siga igual.  Sólo a través de estas medidas se podrá hacer frente a la vulnerabilidad y acabar con la explotación sexual de menores.