Que la pobreza mata es una obviedad. Pero pocas veces tan evidentemente. Koldo ha fallecido. En realidad le han dejando morir unas instituciones carentes de humanidad y sobradas de aporofobia. Esta vez el crimen ha sido en Gasteiz.
Enfermo crónico de 55 años, fue desahuciado de su casa, donde vivía con su madre, al no poder hacer frente a la hipoteca. Su madre fue derivada a una residencia geriátrica, pero él se quedó en la calle, desde Servicios Sociales no le ofrecieron ninguna alternativa (salvo algunas pernoctas en el albergue para personas sin hogar, teniendo que abandonarlo a las 8 de la mañana). No tuvo que deambular ni pernoctar en la calle porque se fue a vivir a un local de su propiedad (un bar ya sin actividad).
Diagnosticado de estenosis aórtica, el Servicio Vasco de Salud se negó a operarle al carecer de una vivienda adecuada en la que pasar el postoperatorio. Y en estas aparece la policía para decirle que tiene que dejar de vivir en el bar. El Ayuntamiento (el mismo que no le da ninguna solución a su situación) le ordenó "el cese definitivo del uso vividero del local", cursando la amenaza de "que el incumplimiento de la orden dada por esta administración dará lugar mientras persista a la imposición de sucesivas multas coercitivas por plazo de un mes y cuyo importe será de 600 euros". Multas que no han llegado a hacerse efectivas. Koldo ha muerto 13 meses después de ser desahuciado a causa de la enfermedad de la que no fue tratado por no tener casa (porque se la quedó el banco al no poder seguir pagando por estar enfermo).
En estos 13 meses de agonía, la única actuación institucional seria fue mandar a la policía a multarle si insistía en no dormir en la puta calle.
Su caso lo conocemos porque él mismo lo hizo público, desesperado, el pasado mes de mayo, con el apoyo de la Iniciativa por el Derecho a Techo y Contra la Exclusión Social de Gasteiz. ¿Pero cuantas personas morirán así, abandonadas y hostigadas por las instituciones? Nunca lo sabremos. Ya se encargarán de ello las instituciones.
Y es que esto es lo que hay. En esta sociedad de clases y clasista, ni en los servicios públicos, gratuitos y universales, se trata igual al pobre y al rico. Al menos que se sepa (noticia en El Salto)
No hay comentarios:
Publicar un comentario