El 8 de marzo es una jornada de movilización,
de reivindicación y de lucha.
Aunque se
han producido importantes avances en materia de igualdad y logros sociales,
fruto de la lucha feminista, aún queda mucho por hacer y en el sector de
intervención social lo sabemos bien.
Somos un sector feminizado porque somos mujeres en su inmensa
mayoría quienes lo trabajamos. Somos un sector precarizado (salarios por
debajo de la media y mayores tasas de parcialidad y temporalidad) porque somos
mujeres y nos dedicamos al cuidado de las personas y de la comunidad que
habitamos.
Las “entidades de lo social” (y
sus patronales) mientras alardean de su apuesta por la igualdad,
atacan nuestras condiciones laborales, escatiman en los permisos por
conciliación, dificultan el teletrabajo y la flexibilidad horaria, torpedean la
marcha e implantaciones de planes de igualdad (fundamentales para acabar con el
acoso sexual y por razón de género en los centros de trabajo) y nos condenan a
la devaluación salarial.
Las patronales de Intervención Social sentadas a mesa de
negociación del II Convenio Colectivo están apostando por lastrar nuestra
dignificación profesional y nos quieren alejar, un poquito más, de esa igualdad
que reivindicamos también en lo laboral. "Entidades de lo social" que
apuestan por seguir aprovechándose de la brecha salarial de género, mientras
hoy se disfrazan de morado.
El notable incremento del precio de la vida se nota de forma
generalizada, en la cesta de la compra, en el precio de
la energía (luz, gasolina, etc), en todo. El año 2021 terminó
con una subida del IPC de un 6´5% aproximadamente, y se auguran
elevados niveles de inflación por la guerra de Ucrania, y nosotras con los
salarios congelados
porque la patronal sólo mira por sus beneficios empresariales. No queremos
que nos precaricen más nuestras ya precarias nóminas.
¡Así no hay quien hable de igualdad!
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