En menos de un mes dos asesinatos fascistas. Samuel y Younes. Están desbocados y no es por casualidad. La impunidad de las bandas fascistas y la generalización de los discursos de odio son el caldo de cultivo de donde sale esta gentuza. Impunidad garantizada por el estado.
Un aparato estatal que no se purgó tras la caída de la dictadura franquista y que sigue infestado de fascistas. Dos ejemplos de esta impunidad bastarán: el caso de Emilio Hellín y la Operación Pánzer.
Emilio Hellín Moro, militante de Fuerza Nueva, fue condenado a 43 años de prisión por el secuestro y asesinato, en 1980, de Yolanda González, estudiante que militaba en el Partido Socialista de los Trabajadores. Tras siete años de prisión, aprovechó un "controvertido" permiso para fugarse a Paraguay con toda su familia y documentación legal. Tras ser detenido por Interpol, fue extradito a España en 1990 para terminar de cumplir su condena. En 1996, tras salir definitivamente de la cárcel, adoptó una nueva identidad y trabajó como asesor de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, participando en diversas investigaciones criminales e impartiendo cursos a policías y guardias civiles hasta 2013.
En 2005 se desarticuló en Valencia la organización nazi Frente Antisistema, una organización criminal dedicada a agredir a militantes de izquierda, inmigrantes y homosexuales, al tiempo que traficaba con armas y perpetraba atracos. Todos los detenidos (entre los que se encontraban varios militares en activo, el director de un centro de acogida de menores y el asesino de Guillem Agulló) fueron absueltos porque la investigación se inició gracias a unas escuchas telefónicas "poco precisas".
Ayer dijimos basta. No vamos a permitir que los asesinos de Samuel y Younes queden impunes. Ninguna agresión puede quedar sin respuesta. Aunque el gobierno nos lance a sus antidisturbios, como ayer en Madrid. ¡Qué vergüenza, ministro Marlaska!
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